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lunes, 19 de diciembre de 2022

* El niño que jugaba al balón en medio de la guerra

Para que pudiera nacer en un hospital, sus padres se vieron obligados a recorrer los casi sesenta kilómetros que separan la aldea donde vivían hasta la localidad de Zadar. Allí viene al mundo el 9 de septiembre de 1985.
Se cría en un entorno muy humilde, un ambiente rural dentro de una zona muy deprimida.
Cuando estalla la Guerra de los Balcanes, los rebeldes serbios ocupan la comarca. Su casa es destruida, su abuelo es ejecutado y junto a otras familias deben partir para dirigirse a la ciudad abandonando todas sus pertenencias.
Afortunadamente logran sobrevivir a ese horror y se convierten en refugiados de guerra. Solo tiene seis años de edad.
Su primer alojamiento va a ser el hotel Colovare en Zadar, una gran instalación turística convertida en centro de acogida. Allí pasa las horas dando patadas a una pelota en el parking, lo que llama la atención del director del hotel que también trabaja en el equipo de fútbol NK Zadar.
Por azar, su familia es trasladada a otro hotel que se encuentra al lado de los campos de entrenamiento del club en donde empieza a jugar en su escuela de fútbol, que tiene como objetivo que los niños no estén todo el día encerrados.
Jugar al aire libre entraña un enorme riesgo. Cuando suenan las sirenas, entrenadores y jugadores corren hacia los refugios para salvar sus vidas. Sobre la ciudad caen diariamente entre 500 y 600 granadas lo que provoca que estén dos años sin electricidad y agua corriente.