Gino Bartali nace en Florencia el 18 de julio 1914 en el seno de una
familia humilde.
Para ayudar a la economía doméstica, mientras estudia el bachillerato su padre le encuentra trabajo en un comercio de reparación de bicicletas y el dueño, contento con la labor que realiza, le regala una de ellas.
Desde ese momento, las carreteras de la región son su espacio natural y comienza a participar en carreras en las que pronto destaca por su condición
física.
Su pasión por el ciclismo, su carácter y su tenacidad le llevan años más tarde a ganar el Giro de Italia de 1936 y 1937 y el Tour de Francia de 1938.
Durante su etapa profesional mantiene uno de los duelos más importantes de la historia de este deporte con otro gran mito, Fausto Coppi. Su rivalidad tiene dividida a la afición italiana. Sus ideas políticas y religiosas también están enfrentadas.
Bartali tiene unas profundas convicciones religiosas y simpatiza con la Democracia Cristiana, estando considerado como el ciclista del régimen de Mussolini. Coppi es ateo e izquierdista, lo que no impide que sostengan una gran amistad.
El parón de más de un lustro en todas las competiciones deportivas debido a la Segunda Guerra Mundial interrumpe su carrera, impidiendo que pueda labrarse un palmarés realmente espectacular.
Durante estos años continúa realizando largas sesiones de entrenamiento por las
carreteras italianas aunque resulta extraño verle proseguir con su preparación en
aquel ambiente bélico. Corre con ropa en la que puede leerse su nombre y tanto
las patrullas italianas como alemanas se van acostumbrando a verle pasar subiendo y
bajando montañas por muy diferentes rutas.
Una red organizada en conventos y monasterios con el apoyo de varios arzobispos se dedica a elaborar pasaportes falsos para sacar de Italia a los judíos que
se encuentran escondidos y evitar que sean enviados a los hornos crematorios por
los alemanes.
Bartali, un ídolo del deporte italiano, es en realidad un personaje clave de
esta organización.
Sirve de correo ocultando en el cuadro de su bicicleta o
bajo el sillín las tipografías clandestinas, las fotografías y los papeles para
fabricar los documentos. Llega a los conventos donde los monjes realizan las falsificaciones y recoge el material para entregarlo a los interesados sin
levantar sospecha. Además, su buen conocimiento de las carreteras
secundarias de La Toscana sirve a los fugitivos para encontrar los caminos más
seguros para poder escapar.
Entre 1942 y 1944 se dedica a esta misión arriesgando su vida por las carreteras
para salvar la de cientos de judíos que de esta forma pueden cambiar su identidad.
En varias ocasiones es detenido en los puestos de control del ejército alemán,
pero siempre les persuade alegando que se prepara para futuras competiciones.
Cuando finaliza la guerra, aquellos entrenamientos kilométricos le valen para
ganar el Giro de Italia de 1946 y el Tour de Francia de 1948, en el cual triunfa en siete etapas.
Es el único ciclista hasta el día de hoy que ha ganado dos ediciones del Tour y del Giro con diez años de diferencia entre ambas victorias.
La impresionante repercusión de sus gestas deportivas en la convulsa Italia de la postguerra contribuye a calmar la tensión de un país que se encuentra al borde de una revolución.
A finales de 1953 es atropellado por un coche y las graves lesiones que le
produce el accidente suponen su retirada del ciclismo profesional. Tras abandonar la competición regresa a su ciudad natal en donde guarda silencio y jamás dice nada sobre su trabajo para salvar la vida de aquellos hombres.
En 1992 es nombrado Caballero de la Gran Cruz al Mérito de la República de Italia por sus excepcionales méritos deportivos.
Durante décadas se le recuerda como el corredor del régimen fascista, pues utilizó sus victorias como propaganda, algo a lo que nunca él presta consideración.
Fallece el 5 de mayo de 2000 víctima de un ataque cardíaco a los 85 años.
Su secreto es descubierto, de forma casual, tres años después de su muerte.
Piero y Simona, hijos de un contable hebreo de Pisa, encuentran el diario de
su padre en el que se narra de forma detallada el funcionamiento de aquella
red encubierta, los itinerarios que hacía Bartali, los kilómetros que
recorría, los papeles que escondía y lo abnegado de su dedicación a la causa,
jugando un papel fundamental para salvar la vida de más de 800 judíos que
evitaron ser enviados a campos de concentración para ser exterminados.
Gino Bartali, además de sus dos maillots amarillos en el Tour de Francia y sus
tres maglias rosas del Giro de Italia, ganó dos veces la general de la montaña de la ronda gala y siete en la carrera transalpina. Fue cuatro veces campeón de Italia, venció en clásicas como la Milan-San
Remo o el Giro de Lombardía, hasta alcanzar casi un centenar de victorias. Pero
su gran hazaña, su logro más importante, su enorme labor humanitaria, no pudo
ser ensalzada en vida. Nos dejó llevándose consigo su secreto.