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jueves, 5 de noviembre de 2020

* Por siempre Chava

 

A punto de cumplirse 17 años de su triste desaparición, en todas las llegadas en alto de la presente edición de la Vuelta Ciclista a España se le ha seguido recordando.
Jose María Jiménez "El Chava" (El Barraco, Ávila 1971- Madrid 2003) fue un ciclista singular e irrepetible.
El más carismático y querido de todos los corredores españoles de su generación, por encima de hombres como Joseba Beloki, Abraham Olano, Roberto Heras o Fernando Escartín y considerado como uno de los mejores escaladores de todos los tiempos.
Sus arrancadas en pleno ascenso, a pie de puerto e incluso más de lejos, han hecho vibrar y emocionarse a los aficionados como pocos lo han conseguido.
Su épica fascinaba al público, que se mostraba expectante ante la magia de lo imprevisible, de que algo grande podía pasar. Atacar y atacar. Puro espectáculo.
Corría por y para sus legiones de seguidores que le idolatraban y anteponía las victorias de etapa a cualquier otra cosa.
Por eso, el día que no tenía buenas sensaciones, se dejaba llevar. No daba una pedalada de más. 
Sufrir para intentar perder el menor tiempo posible no iba con él.
"Si no vas a poder ganar, para qué esforzarse".
El Curro Romero del ciclismo. Un corazón indomable.
Por lo que tampoco puso mucho interés en mejorar en la modalidad contra el crono, lo que le impidió obtener mejores resultados en las grandes vueltas. 
Se inició, junto a su cuñado Carlos Sastre, en la escuela de ciclismo que fundó el padre de Carlos en su localidad natal. Pese a que sus características físicas no se ajustaban a las típicas de un escalador, destacó rápidamente cuando la carretera miraba hacia arriba.
En su época de aficionado sumó doce victorias, entre ellas El Circuito Montañés, la prueba más importante del campo amateur.
Un año más tarde, en su debut como profesional, alcanza el tercer puesto en la Subida al Naranco.
En la temporada siguiente se impone en la Subida a Urkiola superando a Claudio Chiappucci y obtiene el triunfo en la clasificación general de la Vuelta a la Rioja por delante de Alex Zülle.
En 1995 gana la etapa reina de la Volta a Cataluña y es segundo en el Campeonato de España de Fondo en Carretera tras Jesús Montoya.
Vuelve a imponerse en la Subida a Urkiola de 1996 y en su segunda participación en el Tour de Francia termina en octava posición en la edición de 1997. Ese mismo año se proclama campeón de España de fondo en carretera y gana el G.P. de la Montaña de la Vuelta ciclista a España, además de repetir triunfo final en la Vuelta a la Rioja.
En la Vuelta '98 llegó como líder a la contrarreloj final, tras haber obtenido 4 victorias de etapa y enfundarse de nuevo el maillot de la Montaña, pero deja escapar el triunfo ocupando la tercera plaza del podio tras Olano y Escartín y por delante de Lance Armstrong.
En la edición del año siguiente termina en quinta posición de la General, vuelve a ganar la Montaña y se convierte en el primer vencedor en El Angliru, uno de los puertos más duros del planeta. Cuando ya nadie creía en su victoria, inicia una grandiosa remontada entre la densa niebla y derrota en los últimos metros a Pavel Tonkov para aumentar su leyenda.
En el Giro '99 y en el Tour del 2000 mantiene un duelo en las etapas de alta montaña con el italiano Marco Pantani tanto en las cimas del Gran Sasso como Courchevel, en las que se vería superado finalmente por el transalpino.
En la Volta a Cataluña se impone en las dos últimas etapas y obtiene el triunfo final, así como en la Clásica de los Alpes por delante de Escartín y Armstrong.
En la Vuelta '01 vence en otras 3 etapas, dos de ellas consecutivas, para llevarse el maillot de la Regularidad y la General de la Montaña por cuarta vez.
Posee el record de mayor número de victorias en alto de la historia de la Vuelta con 9 etapas, de las 10 que consiguió. Además de 21 triunfos en grandes puertos de montaña.
Tras su retirada como corredor profesional en 2002 y su fallecimiento un año más tarde, el ciclismo se quedó huérfano de un héroe que desafiaba todas las leyes de la lógica, se quedó sin un escalador de raza, sin un ciclista diferente e incoformista, siempre alejado del excesivo control y planificación de los corredores actuales.
Sobre el asfalto de cada puerto de montaña en el que escribió sus gestas será recordado eternamente.
Por siempre Chava.