F

jueves, 23 de mayo de 2024

* Zambia y la leyenda del número 18

El 27 de abril de 1993 la selección de fútbol de Zambia se dispone a viajar hacia Senegal para disputar un partido de clasificación de cara al Mundial USA '94. El encuentro ha despertado grandes expectativas entre los aficionados, tanto por los últimos resultados como por el juego desplegado y sueñan con su primera participación mundialista.
El avión de la Fuerza Aérea de su país que les transporta tiene previstas tres escalas para repostar.
En la segunda de ellas, el aparato no consigue despegar tras tres intentos y se estrella a 500 metros de la costa de Libreville (Gabón).
No hay supervivientes. 
Fallecen todas las personas a bordo, incluidos los 18 jugadores. El país queda sobrecogido.
En un funeral multitudinario son enterrados junto al Estadio de la Independencia de Lusaka y en su honor se erige el Monumento a los Héroes Acres.
Este equipo había hecho historia para el fútbol africano en los JJ.OO. de Seúl '88 tras humillar por 4-0 a la selección de Italia que era una de las favoritas.
Ese día, la estrella del partido es su delantero Kalusha Bwalya que anota tres tantos y es nombrado mejor jugador del año en su continente, lo que le lleva a fichar por el PSV Eindhoven holandés.
Este hecho, el estar jugando en Europa, le va a salvar de la muerte. Kalusha no viaja en aquel avión porque iba a desplazarse directamente desde Países Bajos a Senegal.
Cuando recibe la noticia queda desolado. Ha perdido a todos sus compañeros y piensa que es el final del fútbol en Zambia.
El presidente de la república hace un llamamiento para seguir adelante y recomponer el equipo. La esperanza de lo que pudo ser y no fue no debe quedar enterrada en esas tumbas, hay que continuar.
En la tarea de reconstruir la selección nacional reciben ayuda económica y patrocinadores desde distintos puntos de Europa. En Dinamarca realizan un trabajo intensivo de poco más de un mes pretendiendo reorganizar un equipo con nuevos jugadores.
Kalusha, que había evitado la tragedia, es el capitán de este bisoño grupo que tiene menos talento pero tiene la determinación de hacer algo grande en recuerdo de los que murieron.
El 4 de junio de 1993, cinco semanas después de la catástrofe, tienen partido de clasificación para el Mundial contra Marruecos.
En Lusaka, ante 50.000 espectadores, en un encuentro tremendamente emotivo vencen por 2-1.
El país explota de felicidad. Zambia tiene 73 tribus y lenguas diferentes pero cuenta con un único idioma común, el fútbol.
En la Copa de África de 1994 vuelven a sorprender llegando invictos a la final, en la que ceden ante Nigeria por 2-1.
A pesar de la derrota son recibidos como héroes por su gran compromiso y lealtad, demostrando que todo se puede conseguir, haciendo valer el apodo por el que se les conoce "Chipolópolo" (Balas de cobre) y manteniendo vivo su sueño de conquistar algún día la Copa de África.
En la edición de 1996 logran el tercer puesto, lo que les lleva a ocupar el 15º lugar en el ranking mundial de la FIFA en febrero de ese año.
Tras un periodo de sequía en cuanto a resultados, Kalusha es nombrado seleccionador nacional en 2003 e inicia una renovación a largo plazo con jugadores de las categorías inferiores con un claro mensaje: "Algún día llegará nuestra oportunidad".
Posteriormente es elegido presidente de la Asociación de Fútbol de Zambia y contrata al emergente técnico francés Hervé Renard para dirigir a la selección.
Así se llega a la Copa de África 2012 en la que no poseen grandes jugadores al contrario que otros equipos, sus opciones son escasas y las apuestas en caso de victoria están 40/1.
En la fase de grupos terminan en primera posición por delante de Libia, Senegal y Guinea Ecuatorial. 
En cuartos de final vencen a Sudán por 3-0. 
En semifinales derrotan por 1-0 a Ghana, que había sido el mejor conjunto africano en el último Mundial de Sudáfrica 2010 y son los vigentes campeones del mundo sub-23.
La final se va a celebrar en el Stade d'Angondjé en Libreville (Gabón).
Nunca un equipo de Zambia ha vuelto a pisar suelo gabonés desde la tragedia.
Han transcurrido 18 años, el mismo número que el de jugadores fallecidos.
En el avión hay un silencio estremecedor.
Nada más aterrizar se dirigen a rendir homenaje a sus antecesores muertos.
En un acto impregnado de una profunda emoción, acuden a la playa donde ocurrió el siniestro.
Muchos jugadores lloran sintiendo el peso de la historia, mientras portan unos ramos de flores que depositan en la orilla.
A las 20:00 horas del día 12 de febrero de 2012 se inicia la final. El rival es Costa de Marfil, que cuenta en sus filas con estrellas como Drogba, Yayá y Kolo Touré, Zokora o Gervinho.
Todo apunta a un paseo de los marfileños frente a un equipo de Zambia con poca experiencia.
A pesar de ello, el partido y la prórroga finalizan con empate a cero. El campeón se va a decidir en la tanda de penaltis.
Ambos equipos anotan los cinco primeros disparos.
A partir de ahora quien marque, si falla el contrario, será el vencedor.
Costa de Marfil hace gol. Zambia iguala a seis.
Los marfileños vuelven a ponerse por delante. Los Chipolópolo empatan.
La tensión aumenta.
Kolo Touré falla su intento que es atajado por el guardameta. Si Zambia convierte, serán campeones. Pero Kalaba, cargado de responsabilidad, malogra la gran oportunidad por encima del travesaño.
Hay que seguir lanzando.
Por Costa de Marfil yerra ahora Gervinho.
En ese instante se produce una situación única, irrepetible, casi mística. Llega el lanzamiento número 18. 
La misma cifra de años que han transcurrido desde el accidente en el que murieron sus 18 jugadores en aquel mismo lugar.
Stoppila Sunzu se dirige hacia el balón. 
Sus compañeros arrodillados y unidos por sus manos efectúan cantos religiosos sobre el césped.
Trece millones de compatriotas están pendientes de él.
Sunzu golpea aquella pelota enviándola a la red y consigue transportar a todo un país al cielo. La magia y el delirio flotan en el ambiente. Pasado y presente se acaban de unir. 
Por fin son los reyes de África.
Kalusha, el ahora presidente y superviviente del accidente, baja al terreno de juego y es manteado por todos los jugadores que portan una pancarta que dice: "En memoria del '93, vosotros estáis jugando".