El 7 de noviembre de 2016, Andy Murray destrona al serbio Novak Djokovic convirtiéndose en el nuevo número uno del tenis mundial.
En su palmarés figuran tres títulos de Grand Slam, (Open USA 2012, Wimbledon 2013-2016), además de cinco finales en el Open de Australia y Roland Garros 2016.
En los JJ.OO. consigue la medalla de oro individual en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016.
Su hermano Jamie logra el 4 de abril de ese mismo año, subir también a la primera posición de la clasificación mundial en la modalidad de dobles, habiendo sido finalista en Wimbledon 2015 y venciendo en el Open de Australia y Open USA en 2016
Ambos forman parte del equipo que conquista para Gran Bretaña la Copa Davis en noviembre de 2015.
Unas trayectorias deportivas y unas vidas que muy bien podían haber cambiado la mañana del 13 de marzo de 1996.
Como cada día, ambos se encontraban en la Escuela Primaria de la localidad de Dunblane (Escocia), cuando repentinamente Thomas Watt Hamilton, un antiguo jefe suyo de los Boys Scouts, irrumpe en el gimnasio armado con cuatro pistolas y comienza a disparar indiscriminadamente a los niños que se encuentran allí.
Como cada día, ambos se encontraban en la Escuela Primaria de la localidad de Dunblane (Escocia), cuando repentinamente Thomas Watt Hamilton, un antiguo jefe suyo de los Boys Scouts, irrumpe en el gimnasio armado con cuatro pistolas y comienza a disparar indiscriminadamente a los niños que se encuentran allí.
El pánico y el horror se apoderan del colegio.
Corren desesperadamente y se esconden debajo de una mesa en el despacho del jefe de estudios resultando ilesos, pero varios de sus amigos son alcanzados mortalmente por los disparos.
El asesino mata a dieciséis niños y una profesora, hiriendo a diez niños más y tres profesores antes de suicidarse.
Es la mayor matanza de niños perpetrada por una sola persona en la historia del Reino Unido.
En la calle principal de Dunblane, una placa recuerda el nombre de todas las víctimas.
Es la mayor matanza de niños perpetrada por una sola persona en la historia del Reino Unido.
En la calle principal de Dunblane, una placa recuerda el nombre de todas las víctimas.
Los dos hermanos han evitado siempre hablar de aquel suceso y volver a recordar lo sucedido.
Su pasión por el tenis la heredan de su abuela y su madre, que intenta enseñarles todo lo que sabe sobre este deporte. Andy siempre se muestra muy competitivo, pierde con su hermano a casi todo y sólo desea ganarle.
Su progresión continúa y en un torneo sub-14 se enfrenta a España. Llama inmediatamente a su madre "He jugado con Rafa Nadal, el no va al colegio y entrena con Carlos Moyá".
Para mejorar no puede seguir entrenando con su hermano, si quiere evolucionar debe salir de las islas.
Con quince años llega a la Academia Sánchez-Casal en Barcelona donde permanece tres años, pasando de practicar ocho o nueve horas a la semana a hacerlo cuatro o cinco horas al día.
Con 17 años gana el Open USA Junior y al año siguiente se hace profesional.
Al ser todavía inexperto con los medios de comunicación, en una entrevista le preguntan con quién va en el Mundial 2006 y el contesta "Con cualquiera menos con Inglaterra".
Era sólo una broma, pero durante bastante tiempo le trae muchos problemas y le aísla de los aficionados ingleses, que en ocasiones al comentar sus partidos por internet, afirman: "Con cualquiera menos con Murray".
Esto le hace ser una persona cerrada y poco cercana con la prensa que ejerce una enorme presión sobre él.
Comienza a ganar títulos en el circuito pero en las grandes finales se atasca. Llega a tres finales de Grand Slam, sin embargo no puede obtener ningún triunfo. Todo el mundo le pregunta cuándo ganará un torneo grande.
Como británico, la presión es mayúscula en Wimbledon todos los años. Estar entre los tres mejores jugadores del mundo no es suficiente para apaciguar la demanda que se le exige.
Comienza a sentirse como un perdedor y no disfruta jugando.
En 2012, por fin accede a la final del torneo londinense. A esa presión se le añade el jugar contra Roger Federer y el peso de la historia, pues desde que Fred Perry ganase en 1936 no ha vuelto a hacerlo ningún jugador del Reino Unido.
Es su derrota más dolorosa. En su discurso como finalista, delante de toda su gente, se derrumba en lágrimas totalmente abatido "Todo el mundo habla de la presión que es jugar Wimbledon, de lo duro que es, pero no es por el público, vuestro apoyo ha sido increíble. Lo voy a intentar cada año, pero no va a ser fácil".
Ese día rompe el hielo con todos los que le veían como un hombre huraño y sin emociones. Está desesperado por ganar pero no sólo por él mismo, sino por el público y aficionados.
Tan sólo unas semanas más tarde, se toma la revancha en el mismo escenario y se cuelga la medalla de oro olímpica.
Un buzón dorado colocado en su ciudad natal recuerda aquella gesta y sirve de reclamo a muchos turistas.
Dos meses después alcanza la final del US. Open y tiene una nueva oportunidad de acabar con su maldición en los Grand Slam.
En Nueva York, en su quinta final, consigue su primer grande tras un épico partido de cinco sets venciendo a Novak Djokovic.
En 2013, pierde la final del Open de Australia pero llega por segundo año consecutivo a la final de Wimbledon. Vuelve la presión.
Derrota en tres sets a Djokovic, alza los brazos y se gira a la tribuna de prensa, no se sabe si para celebrarlo con ellos o para decirles "Me habéis hecho la vida imposible, pero aquí lo tenéis".
Un gesto más de liberación, que de alegría.
Setenta y siete años después, un británico vuelve a conquistar la hierba de Wimbledon.
Pero un tweet suyo desata de nuevo la polémica al declararse partidario de la independencia de Escocia lo que hace que muchos ingleses vuelvan a sentirse decepcionados.
Andy siempre es valiente para manifestar lo que piensa y derribar barreras. En un deporte predominantemente masculino, contrata en 2014 a la francesa Amélie Mauremo como su entrenadora.
Para mejorar no puede seguir entrenando con su hermano, si quiere evolucionar debe salir de las islas.
Con quince años llega a la Academia Sánchez-Casal en Barcelona donde permanece tres años, pasando de practicar ocho o nueve horas a la semana a hacerlo cuatro o cinco horas al día.
Con 17 años gana el Open USA Junior y al año siguiente se hace profesional.
Al ser todavía inexperto con los medios de comunicación, en una entrevista le preguntan con quién va en el Mundial 2006 y el contesta "Con cualquiera menos con Inglaterra".
Era sólo una broma, pero durante bastante tiempo le trae muchos problemas y le aísla de los aficionados ingleses, que en ocasiones al comentar sus partidos por internet, afirman: "Con cualquiera menos con Murray".
Esto le hace ser una persona cerrada y poco cercana con la prensa que ejerce una enorme presión sobre él.
Comienza a ganar títulos en el circuito pero en las grandes finales se atasca. Llega a tres finales de Grand Slam, sin embargo no puede obtener ningún triunfo. Todo el mundo le pregunta cuándo ganará un torneo grande.
Como británico, la presión es mayúscula en Wimbledon todos los años. Estar entre los tres mejores jugadores del mundo no es suficiente para apaciguar la demanda que se le exige.
Comienza a sentirse como un perdedor y no disfruta jugando.
En 2012, por fin accede a la final del torneo londinense. A esa presión se le añade el jugar contra Roger Federer y el peso de la historia, pues desde que Fred Perry ganase en 1936 no ha vuelto a hacerlo ningún jugador del Reino Unido.
Es su derrota más dolorosa. En su discurso como finalista, delante de toda su gente, se derrumba en lágrimas totalmente abatido "Todo el mundo habla de la presión que es jugar Wimbledon, de lo duro que es, pero no es por el público, vuestro apoyo ha sido increíble. Lo voy a intentar cada año, pero no va a ser fácil".
Ese día rompe el hielo con todos los que le veían como un hombre huraño y sin emociones. Está desesperado por ganar pero no sólo por él mismo, sino por el público y aficionados.
Tan sólo unas semanas más tarde, se toma la revancha en el mismo escenario y se cuelga la medalla de oro olímpica.
Un buzón dorado colocado en su ciudad natal recuerda aquella gesta y sirve de reclamo a muchos turistas.
Dos meses después alcanza la final del US. Open y tiene una nueva oportunidad de acabar con su maldición en los Grand Slam.
En Nueva York, en su quinta final, consigue su primer grande tras un épico partido de cinco sets venciendo a Novak Djokovic.
En 2013, pierde la final del Open de Australia pero llega por segundo año consecutivo a la final de Wimbledon. Vuelve la presión.
Derrota en tres sets a Djokovic, alza los brazos y se gira a la tribuna de prensa, no se sabe si para celebrarlo con ellos o para decirles "Me habéis hecho la vida imposible, pero aquí lo tenéis".
Un gesto más de liberación, que de alegría.
Setenta y siete años después, un británico vuelve a conquistar la hierba de Wimbledon.
Pero un tweet suyo desata de nuevo la polémica al declararse partidario de la independencia de Escocia lo que hace que muchos ingleses vuelvan a sentirse decepcionados.
Andy siempre es valiente para manifestar lo que piensa y derribar barreras. En un deporte predominantemente masculino, contrata en 2014 a la francesa Amélie Mauremo como su entrenadora.
Murray pierde dos finales consecutivas del Open de Australia 2015-2016 y Roland Garros 2016 antes de repetir triunfo en Wimbledon, en los Juegos Olímpicos y llegar finalmente a ser el número uno mundial.
Pero quizás, hay un triunfo más importante que todos estos.
El buzón dorado que recuerda su victoria en los JJ.OO. se encuentra a escasos metros de la placa que evoca a las víctimas de la matanza.
Andy Murray ha devuelto a su ciudad al mapa para que no sea sólo mencionada como el lugar donde tuvo lugar la masacre de Dunblane.
Pero quizás, hay un triunfo más importante que todos estos.
El buzón dorado que recuerda su victoria en los JJ.OO. se encuentra a escasos metros de la placa que evoca a las víctimas de la matanza.
Andy Murray ha devuelto a su ciudad al mapa para que no sea sólo mencionada como el lugar donde tuvo lugar la masacre de Dunblane.