Steve Davies, a los nueve años de edad, ve por televisión la final de la Copa de Inglaterra de fútbol de 1975 en la que el West Ham United gana al Fulham por dos goles a cero y se hace seguidor acérrimo del West Ham para toda la vida.
Con el paso del tiempo acude a presenciar cada partido tanto de local como de visitante y cuando juega su equipo desata toda su pasión, lo que hace que le apoden "Steve el loco". Se convierte en un hooligan.
En un partido de la selección inglesa disputado en Wembley, tras haber bebido mucho, salta al césped y se pone a correr por el campo hasta que los agentes de seguridad consiguen detenerle y expulsarle del estadio.
El 28 de julio de 1994 viaja a Oxford con tres amigos para asistir a un partido de pretemporada entre el West Ham, conjunto de la Premier League y el Oxford City, de categoría regional.
Steve y sus amigos se colocan a pie de campo, apoyados en una valla muy cerca del banquillo del West Ham.
Steve y sus amigos se colocan a pie de campo, apoyados en una valla muy cerca del banquillo del West Ham.
Su equipo está jugando bien, pero cada vez que su delantero Lee Chapman entra en contacto con la pelota comienza a meterse con él. Chapman no fue de su agrado desde el día que le ficharon y aprovecha cualquier ocasión para insultarle. Durante toda la primera parte le increpa constantemente pidiendo al entrenador que le quite del campo.
Se llega al descanso con victoria pero con todos los cambios hechos por diferentes lesiones y ya no queda ningún jugador para sustituciones.
Se llega al descanso con victoria pero con todos los cambios hechos por diferentes lesiones y ya no queda ningún jugador para sustituciones.
Nada más comenzar la segunda parte, Chapman se lesiona y se tiene que retirar.
Aunque su equipo se queda con diez jugadores, Steve lo celebra dando gritos desde la valla.
El entrenador, Harry Redknapp, ya está harto de soportar tantas descalificaciones y se acerca a Steve:
- ¿Crees que podrías jugar mejor que Chapman?
- Claro que si
- ¿Sabes jugar tan bien como insultas?
- Por supuesto
- ¿Quieres jugar?
- Si, ¿por qué no?
- ¡¡Pues venga!!
Redknapp le agarra de la chaqueta, le lleva caminando junto a la línea de banda y le manda al vestuario. Tanto él como sus amigos piensan que todo es una broma, que es imposible que vaya a salir al campo.
Comienza a cambiarse junto al utillero, que le proporciona una camiseta y botas de su número.
Aunque su equipo se queda con diez jugadores, Steve lo celebra dando gritos desde la valla.
El entrenador, Harry Redknapp, ya está harto de soportar tantas descalificaciones y se acerca a Steve:
- ¿Crees que podrías jugar mejor que Chapman?
- Claro que si
- ¿Sabes jugar tan bien como insultas?
- Por supuesto
- ¿Quieres jugar?
- Si, ¿por qué no?
- ¡¡Pues venga!!
Redknapp le agarra de la chaqueta, le lleva caminando junto a la línea de banda y le manda al vestuario. Tanto él como sus amigos piensan que todo es una broma, que es imposible que vaya a salir al campo.
Comienza a cambiarse junto al utillero, que le proporciona una camiseta y botas de su número.
Minutos más tarde asoma por el túnel.
Aún le cuesta creer que vaya a saltar al césped. El entrenador se acerca a hablar con él.
En el minuto nueve de la segunda parte Steve Davies, a sus 27 años, va a debutar con el West Ham.
El encargado de la megafonía acude al banquillo para preguntar a Redknapp de quién se trata.
En el minuto nueve de la segunda parte Steve Davies, a sus 27 años, va a debutar con el West Ham.
El encargado de la megafonía acude al banquillo para preguntar a Redknapp de quién se trata.
- ¿No has visto el Mundial? es Tittyshev, el búlgaro.
Mientras Davies entra en el terreno de juego se anuncia por los altavoces del estadio:
"¡Con el número tres! ¡El gran matador búlgaro! ¡¡TI-TTY-SHEV!!
Algunos aficionados comienzan a preguntar a sus amigos si se trata de su colega. Los jugadores del Oxford notan algo raro, pues hay un murmullo en la grada al extenderse el rumor de que se trata de un espectador.
A pesar de haberse tomado unas cervezas y fumado unos cigarrillos, Davies corre por todas partes. Se siente feliz en el momento que le pasan el balón, lo controla y lo devuelve rápidamente a un compañero.
El resultado es cuatro a cero a su favor.
En el minuto 71, un balón en largo llega al área, Steve se encuentra entre dos defensas. Se desmarca.
Algunos aficionados comienzan a preguntar a sus amigos si se trata de su colega. Los jugadores del Oxford notan algo raro, pues hay un murmullo en la grada al extenderse el rumor de que se trata de un espectador.
A pesar de haberse tomado unas cervezas y fumado unos cigarrillos, Davies corre por todas partes. Se siente feliz en el momento que le pasan el balón, lo controla y lo devuelve rápidamente a un compañero.
El resultado es cuatro a cero a su favor.
En el minuto 71, un balón en largo llega al área, Steve se encuentra entre dos defensas. Se desmarca.
El cuero llega a sus pies. Se queda delante del portero del Oxford City. El pase viene rápido y no tiene tiempo para pensar.
En ese momento, remata con toda su alma con su pierna derecha. El balón vuela. El portero se estira todo lo que puede, pero no puede evitar que llegue a la red.
Steve sale corriendo con los brazos abiertos celebrando el gol. Busca a sus amigos en la valla, pero está tan eufórico, tan absolutamente enloquecido, que no es capaz de verlos. No puede creer que aquello esté ocurriendo de verdad. Ha marcado un gol para el equipo que lleva en sus entrañas.
Al finalizar el encuentro comparte vestuario junto a sus ídolos, se sienta a su lado, charla con ellos. Todo parece una alucinación.
De regreso a casa piensa que va a ser el héroe de su barrio, el rey de su bar favorito.
Pero nadie le cree, todos le toman por mentiroso pues en los periódicos no se hace ningún comentario sobre lo ocurrido.
Unos días después, el periódico The Sun edita una doble página con un reportaje sobre su insólito debut.
Dos meses más tarde, el entrenador Harry Redknapp publica un libro con sus memorias en las que, por supuesto, cuenta la anécdota de aquel día en el que hizo jugar a un aficionado.
Steve va a la presentación y se lleva un ejemplar firmado con una dedicatoria de "su entrenador" en la que podía leerse: "Fuiste mejor que Chapmam".
Es el final perfecto. Sin embargo, hay un detalle por añadir.Al finalizar el encuentro comparte vestuario junto a sus ídolos, se sienta a su lado, charla con ellos. Todo parece una alucinación.
De regreso a casa piensa que va a ser el héroe de su barrio, el rey de su bar favorito.
Pero nadie le cree, todos le toman por mentiroso pues en los periódicos no se hace ningún comentario sobre lo ocurrido.
Unos días después, el periódico The Sun edita una doble página con un reportaje sobre su insólito debut.
Dos meses más tarde, el entrenador Harry Redknapp publica un libro con sus memorias en las que, por supuesto, cuenta la anécdota de aquel día en el que hizo jugar a un aficionado.
Steve va a la presentación y se lleva un ejemplar firmado con una dedicatoria de "su entrenador" en la que podía leerse: "Fuiste mejor que Chapmam".
Tras marcar el gol contra el Oxford City, mientras corría a celebrarlo con sus amigos, se escuchó el sonido de un silbato. Al llegar a la banda vio al juez de línea con la bandera levantada.
El gol había sido anulado.
Por muy poco estaba en posición de fuera de juego.
Steve Davis no figurará nunca en la lista de goleadores del West Ham United, pero nadie le quitará el privilegio de haber podido cumplir el sueño de cualquier aficionado de debutar con su equipo, de haber vivido una circunstancia única que posiblemente no volverá a repetirse jamás en la historia del fútbol profesional.