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miércoles, 8 de diciembre de 2021

* Kodjovi Obilalé: El olvido hiere tanto como las balas

Kodjovi Obilalé nace el 8 de octubre de 1984 en Lomé (Togo). 
A los cinco años de edad esquiva por primera vez la muerte cuando es atropellado por un coche. 
Posteriormente se aficiona al fútbol y comienza a jugar en las polvorientas calles de su ciudad imaginando llegar a ser una gran estrella de este deporte.
En 2003 ficha por el F.C. Lorient francés que un año antes había ganado la Copa de Francia y se convierte en el portero más joven en debutar con la selección togolesa con tan sólo diecinueve años, lo que parece el inicio de una prometedora carrera.
Tras un año en el equipo vuelve a Togo para firmar por tres temporadas con el Ètoile Filante de Lomé.
En el verano de 2006 es convocado por su país para jugar la Copa del Mundo que tiene lugar en Alemania y ficha por dos años por el CS Queven galo, con el que juega cincuenta y seis partidos.
Logra hacerse con la titularidad de la portería de su selección en la que realiza grandes actuaciones y en 2008 ficha por el GSI Pontivy un modesto equipo de la cuarta división francesa en donde tiene un contrato amateur.
Es un buen portero, muy técnico, seguro bajo palos y en el juego aéreo. Todos coinciden en que su paso por este club va a ser efímero y que le esperan cotas más altas.
La Copa de África que se va a disputar en Angola en 2010 puede ser el escaparate perfecto para darse a conocer al mundo, encontrar un contrato profesional y soñar con la gloria deportiva.
El 8 de enero de 2010 la selección de Togo viaja por carretera custodiada por policías angoleños rumbo a la Copa de África. En su primer partido va a enfrentarse a Ghana.
Nada más cruzar la frontera, un grupo terrorista comienza a ametrallar el autobús con fusiles de asalto.
Los primeros disparos le alcanzan, no puede moverse, todos gritan, rezan y lloran llenos de pánico. Hay sangre por todo el autobús.
Tres personas mueren, el jefe de prensa, el segundo entrenador y el conductor y otras nueve resultan heridas.
El gobierno retira al equipo de la copa de África, pero la competición no se suspende.
Obilalé es trasladado urgentemente a un hospital de Angola, tiene dos balas en la espalda. Es operado de urgencia pero la gravedad de las heridas hace necesario su traslado a un hospital de Johannesburgo (Sudáfrica) donde permanece dos meses.
Algunos medios de comunicación incluso publican su muerte.
La médula espinal está afectada, se teme que pueda quedar paralítico de por vida, postrado en una silla de ruedas para siempre. Su carrera deportiva ha quedado destrozada, sus anhelos se han diluido.
Es operado en siete ocasiones.
Ante la pasividad de la Federación de Togo, la FIFA le indemniza con setenta y dos mil euros, dinero que utiliza para pagar los costosos gastos hospitalarios.
De regreso a Francia, se ve obligado a vender su casa por problemas económicos, viviendo en un humilde barrio de la periferia de Lorient junto a su mujer y sus dos hijos.
Ahora necesita la ayuda de dos muletas para levantarse y caminar.
Por su condición de minusválido cuenta con una ayuda de seiscientos cincuenta euros que emplea para pagar sus medicamentos y las sesiones de rehabilitación.
Lentamente intenta rehacer su vida. Lucha por recuperar su dignidad como persona. Lo hace con serenidad y no desde el victimismo, en un ejercicio constante de superación y humildad.
Nadie de la federación ni del gobierno de Togo le llama ni se pone en contacto con él.
Son muchas las peticiones que ha solicitado a su gobierno sin recibir ninguna respuesta.
Sigue esperando un consuelo moral y material.
Siempre soñó con ser un gran futbolista, en emular a su ídolo Gianluigi Buffon. Ahora suspira por otros sueños, conseguir un trabajo, tener una casa y ver crecer a sus hijos, pero está profundamente afectado por la indiferencia y el olvido con el que le ha castigado su país.
Un sufrimiento tan doloroso como las dos balas que atravesaron su espalda.