El 29 de agosto de 2004 tiene lugar la prueba de maratón masculina en los JJ.OO. de Atenas que se va a desarrollar sobre el recorrido de la originaria carrera, aquella que realizó el soldado griego Filípides en el año 490 a . C. desde la localidad de Maratón hasta Atenas.
La competición va a cerrar el calendario de estos Juegos y sus medallas van a ser entregadas durante la ceremonia de clausura.
En el kilómetro treinta y seis, el brasileño Vanderlei de Lima marcha en cabeza con veintiocho segundos de ventaja sobre un terceto compuesto por el estadounidense Mebrahtom Keflezighi, el keniata Paul Tergat y el italiano Stefano Baldini. En ese momento, ocurre algo inaudito.
Aparece en escena el ex sacerdote irlandés Cornelius Horan, que un año antes ya había interrumpido el Gran Premio de Fórmula 1 de Gran Bretaña en el circuito de Silverstone al plantarse en medio de la pista con una pancarta en la que podía leerse “Lee la Biblia, la Biblia siempre tiene razón”.
Varios monoplazas se vieron obligados a maniobrar para esquivarle y tuvo que ser necesario desplegar el coche de seguridad. Fue arrestado y condenado a dos meses de prisión.
En esta ocasión, Horan, vestido de escocés, irrumpe en medio de la trayectoria del corredor brasileño y le agarra llevándole contra el público para frenar su carrera.
Algunos espectadores salen en ayuda del atleta y consiguen liberarle de la agresión para que pueda continuar su recorrido.
El incidente le hace perder tiempo, corta su ritmo y su concentración, siendo poco después adelantado por Baldini y Keflezighi. A pesar de todo ello, De Lima consigue entrar en el estadio olímpico en tercera posición. Llega exultante. Recorre la vuelta a la pista lanzando besos al público y corriendo en zigzag haciendo el avión antes de llegar a la línea de meta y obtener la medalla de bronce.
Sobre el suceso confiesa que le invadió el pánico, llegó a presentir que iba a ser acuchillado, después no podía concentrarse y que le resultó muy complicado terminar la carrera. Pero que a la vez le dio fuerzas pensando que a lo mejor Dios puso a ese hombre en su camino para ver lo que era capaz de hacer y descubrir lo difícil que es conseguir un oro olímpico.
Se siente feliz por alcanzar su meta de subir al podio y perdona a su agresor. “Mi felicidad es mayor que el odio”.
El Comité Olímpico Brasileño y la Confederación Brasileña de Atletismo solicitan la entrega de una segunda medalla de oro para su atleta, pero la petición es denegada.
El Comité Olímpico Internacional, al ver la reacción tan positiva de Vanderlei de Lima tras lo acontecido, decide concederle junto a la medalla de bronce, la medalla Pierre de Coubertin que es el mayor galardón que otorga el C.O.I. a aquellos deportistas que hayan mostrado espíritu olímpico y deportividad durante unos Juegos. Dicha condecoración sólo se había adjudicado a lo largo de la historia en diez ocasiones hasta esa fecha.
A su regreso a Brasil es recibido como un auténtico héroe y se siente orgulloso de ser un ejemplo y una referencia en el deporte mundial.
Cornelius Horan es condenado por un tribunal griego a doce meses de prisión y una multa de tres mil euros.
Meses más tarde escribe al atleta para pedirle perdón y al C.O.I. para reclamar la entrega de una medalla de oro para el brasileño.
El 9 de junio de 2006, en la inauguración de la Copa del Mundo de Fútbol de Alemania vuelve intervenir en el espectáculo provocando a los espectadores con el saludo nazi hasta que es retirado por la policía.
El 5 de agosto de 2016, el deporte y los Juegos Olímpicos han devuelto a Vanderlei de Lima el momento de oro que nunca llegó a tener en Atenas, al asignarle el honor de encender el pebetero en la ceremonia de inauguración de los JJ.OO. de Río de Janeiro.