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sábado, 17 de julio de 2021

* Tom Simpson, tragedia en el Mont Ventoux

Thomas Simpson nace el 30 de noviembre de 1937 en Haswell (Gran Bretaña), es el sexto hijo de una familia cuyo padre es minero.
A los doce años comienza a trabajar repartiendo pedidos en bicicleta para una tienda de ultramarinos, lo que hace que poco a poco se vaya aficionando al ciclismo y empiece a participar en carreras locales.
En 1955 obtiene sus primeras victorias y se pone en contacto, para pedirle consejo, con el ciclista profesional George Berger, que le recomienda el ciclismo en pista.
Inicia sus entrenamientos de forma organizada en Manchester y un año más tarde se proclama campeón nacional de persecución.
Este resultado le sirve para ser seleccionado por el equipo olímpico británico para los Juegos de Melbourne ´56, en los que consigue la medalla de bronce en persecución por equipos. Al año siguiente logra la medalla de plata en los Juegos de la Commonwealth a nivel individual.
En 1958 disputa el Mundial amateur en ruta y posteriormente se traslada a Francia donde compite en clásicas y criteriums, obteniendo triunfos en pruebas menores con la finalidad de poder pasar a profesional.
En junio de 1959 firma su primer contrato con el equipo Rapha, alzándose con la victoria en el Tour del Sudeste. Trece meses después, cumple su gran sueño, debuta en el Tour de Francia en el que finaliza en vigesimonovena posición.
En 1961 se viste de líder durante una etapa de la mítica Paris-Niza y gana el Tour de Flandes. 
En la siguiente temporada ficha por el Gitane-Leroux-Dunlop, revalidando su conquista del Tour de Flandes y llegando al Tour de Francia como jefe de filas.
En la decimosegunda etapa, su ataque en el Tourmalet le sirve para enfundarse el maillot amarillo y ser el primer británico de la historia en conseguirlo, teniendo que pasar treintaidós años hasta que Chris Boardman le igualara en 1994. Simpson finaliza sexto en la clasificación general y ya pertenece a la élite del ciclismo mundial.
Ingresa en las filas del equipo Peugeot en 1963 dando origen a su etapa de mayores éxitos, conquista la Burdeos-París de ese mismo año, la Milán-San Remo en 1964, el Giro de Lombardía, los Seis días de Bruselas y el campeonato del mundo de fondo en carretera de 1965 celebrado en Lasarte.
Se convierte así, en el primer corredor del Reino Unido en poseer el maillot arcoiris, algo que no volverá a suceder hasta cuarenta y seis años más tarde con Mark Cavendish en 2011.
Estando de vacaciones en 1966 se fractura la tibia en un accidente de esquí y aunque se recupera milagrosamente para el Tour, una caída en el descenso del Galibier le obliga a abandonar.
En la temporada de 1967 se impone en el Giro de Cerdeña, vence en dos etapas de la Vuelta en su primera participación y finaliza en primera posición de la París-Niza.
Se fija como objetivo ganar el Tour.
En la décima etapa de la ronda gala se pone enfermo, sufre dolores estomacales, diarrea y vómitos, por lo que le sugieren que abandone, pero él decide continuar.
Simpson marcha séptimo en la clasificación general y tiene marcada la decimotercera etapa en su intento de alzarse con el liderato, en ella se encuentra el ascenso al legendario Mont Ventoux.
El pelotón toma la salida en Marsella, es un día muy caluroso con temperaturas cercanas a los cuarenta grados. 
Transcurridos 137 kilómetros, en las primeras rampas del Ventoux marcha con el grupo de favoritos. Intenta demarrar pero es superado rápidamente por el abulense Julio Jiménez que se marcha en solitario hacia la cima. Simpson comienza a descolgarse.
A cinco kilómetros de la cumbre entra en crisis, su mirada está perdida. Son cerca de las tres de la tarde. El calor, la falta de oxígeno al estar a casi dos mil metros de altitud y la dureza de la etapa están acabando con él.
Dos kilómetros y medio después la situación se torna más dramática. Pedalea desorientado, zigzageando de un lado a otro de la carretera. El coche del equipo se acerca para decirle que pare pero él se empeña en proseguir. Algunos aficionados intentan ayudarle para que mantenga el equilibrio sobre la bicicleta. A un kilómetro de la cúspide se desvanece. Persiste en querer prolongar esa agonía y cuatrocientos metros más adelante pierde la consciencia y se desploma agarrado al manillar.
Caído en la cuneta recibe un masaje cardíaco, le hacen el boca a boca y le ponen una mascarilla de oxígeno. Se ve sobrevenir la tragedia.
Cuarenta minutos más tarde es trasladado en helicóptero al hospital de Avignon donde fallece hora y media después.
En el maillot del corredor se encontraron tres tubos de anfetaminas, dos de ellos vacíos. Uno de sus gregarios, Colin Lewis afirmó haber entrado en un bar de carretera durante la etapa para coger bebidas y le ofreció una botella de brandy a Simpson que la bebió para aplacar su sed.
Veinte días más tarde se hacen oficiales los resultados de la autopsia en los que se revela como causa de la muerte una insuficiencia cardíaca provocada por diversos factores, golpe de calor, falta de oxígeno, sobreesfuerzo físico, toma de medicamentos y alcohol. Confirmando también que sin la toma de anfetaminas que afectaban a su percepción de la fatiga y el dolor, nada de esto habría sucedido.
Su muerte provoca que al año siguiente el Tour de Francia instaure por vez primera los controles antidopaje para preservar la salud de los corredores.
La revista Cycling comenzó una recolecta para instalar un monumento en el lugar donde Simpson se desplomó. Fue inaugurado al año siguiente de su muerte. Se trata de una enorme lápida de granito que actualmente sirve de peregrinaje para ciclistas y aficionados de todo el mundo en la que depositan flores, bidones, maillots y gorras.