En los Juegos Olímpicos de Montreal ´76 se está disputando la final de gimnasia por equipos.
A falta de tres rotaciones, Japón y la Unión Soviética pugnan por la medalla de oro.
El japonés Shun Fujimoto se encuentra realizando su ejercicio de suelo.
En el salto final calcula mal su salida y cae aparatosamente. Al intentar incorporarse siente un dolor agudo en su rodilla derecha. Su gesto preocupa inmediatamente a los responsables del equipo nipón que solicitan la presencia urgente de un médico.
Tras una primera exploración en el vestuario se le diagnostica una fractura de rótula. Debe abandonar la competición y ser trasladado a un hospital, lo que supone poner en bandeja el triunfo a la URRS pues cuentan las puntuaciones de todos los gimnastas y no puede ser sustituido.
Fujimoto se niega a dejar a sus compañeros fuera de la pugna por la victoria y decide que hay que ocultar la lesión a los jueces para que no le obliguen a retirarse y así pueda intervenir en los dos aparatos que restan: caballo con arcos y anillas.La lesión, además de causarle un enorme tormento, puede acrecentarse con el aterrizaje en la finalización de cada ejercicio, por lo que pide a su entrenador que le proporcione algo para mitigar el sufrimiento, pero este se niega pues puede alterar su rendimiento y el analgésico que podría suministrarle está prohibido.
Armado de coraje se sube al caballo con arcos y comienza a desarrollar su rutina de manera increíble. La remata cayendo con los pies juntos como si nada le ocurriera, pero el padecimiento es tremendo.
El jurado le califica con una puntuación de 9,5.
El impacto del salto no sólo ha empeorado su lesión ósea, sino también los ligamentos de la articulación.
El médico vuelve a revisar al japonés y le advierte que si cae mal de las anillas desde una altura de casi tres metros, el daño podría provocarle una incapacidad permanente.
Fujimoto se cuelga de las anillas, tiene que hacerlo por él y por su equipo. Su concentración es máxima. Intenta aislarse del suplicio y pensar sólo en la ejecución de cada movimiento. El final del ejercicio es un triple mortal antes de caer sobre la colchoneta. Cuando sus pies chocan contra el suelo aprieta los dientes, aguanta el inmenso dolor intentando mantener el equilibrio y levanta los brazos.
Obtiene una puntuación de 9,7. La más alta que jamás hubo conseguido en este aparato.
Japón acaba de revalidar la medalla de oro por quinta vez consecutiva al alcanzar 576,85 puntos por los 576,45 de la URRS, una diferencia de tan sólo cuatro décimas.
Cuando se confirma el triunfo, rompe a llorar y se siente reconfortado por haber asumido la responsabilidad del éxito de su país, lo que le va a convertir en un héroe nacional, pero supone el final de su carrera deportiva ya que nunca más va a poder volver a competir al agravarse su lesión con la dislocación de la rodilla y la rotura de ligamentos.
En un concepto heredado de la tradición samurai, existe una norma que está por encima de todas las cosas: el honor, la obediencia y el autosacrificio para devolver gratitud a los que te han ofrecido algo.
Fujimoto quiso persistir en mantener viva esa tradición.