Wilma Rudolph nace en un guetto negro de Clarksville, Tennessee, el 23 de julio de 1940, siendo la vigésima hija de un matrimonio que tuvo 22 hijos.
Sobrevive a pesar del pronóstico de los médicos, pues nace con importantes deficiencias físicas y pesa poco más de dos kilos
Durante dos años se ve obligada a utilizar una silla de ruedas y le diagnostican que no podrá volver a caminar. Posteriormente, le colocan unos hierros en su pierna y comienza a moverse con dificultades.
Permanentes ejercicios e intensos masajes, en los que se turna toda la familia, le van dando alguna esperanza de recuperación.
Un día, estando en la iglesia del pueblo, cuando ya tiene once años, decide quitarse los hierros y comienza a caminar con aparente naturalidad.
La alegría de la gente empieza a hablar de "milagro". En realidad es obra de su tesón y del de toda su familia.
En la escuela practica baloncesto y sorprende por su velocidad. Es elegida para el equipo de atletismo del instituto y rápidamente sobresale sobre las demás.
La misma constancia y tenacidad que empleó en su proceso de recuperación, la dedica ahora a sus entrenamientos.
Cinco años después de aquel día en la iglesia, compite en las eliminatorias previas estadounidenses para participar en los JJ.OO. de Melbourne de 1956 y gracias a su segundo puesto en los 200 metros obtiene una plaza para el equipo olímpico.
Ya en Australia, es eliminada en su serie, pero consigue la medalla de bronce en el relevo 4x100 m.
En 1957 se proclama campeona nacional junior de Estados Unidos en 75 y 100 yardas, pero su progresión se ve interrumpida al quedarse embarazada.
En 1959 gana la medalla de oro en los Juegos Panamericanos celebrados en Chicago.
En 1960 es primera en 100 y 200 m lisos en las eliminatorias de selección para los JJ.OO. de Roma.
En la Ciudad Eterna conquista el triunfo en 100 m, 200 m y el relevo 4x100 m.
Wilma Rudolph se convierte en la primera mujer norteamericana en ganar tres oros olímpicos en unos Juegos.
En la prueba de 100 m corre en once segundos justos, sin embargo el tiempo no es acreditado como record mundial por contar con viento favorable.
En los 200 m establece un nuevo record olímpico con 23,2 s.
Es aclamada por todo el mundo como la mujer más rápida de la historia hasta ese momento y proclamada reina de los Juegos de Roma.
En septiembre de ese mismo año establece un nuevo record mundial en el relevo 4x100 con un tiempo de 44,5 s.
Un año más tarde bate el record del mundo de 100 m con 11,2 s.
Por su agilidad y elegancia en su forma de correr es bautizada con el apodo de "la gacela negra".
En 1962 se retira de la competición con 22 años, siendo reconocida con numerosos premios y distinciones.
El 12 de noviembre de 1994 muere a los 54 años de edad víctima de un cáncer. En el funeral, su féretro es cubierto con la bandera olímpica.
Wilma es recordada no sólo por sus medallas de oro, sino también por su determinación para vencer sus incapacidades físicas y por la forma de superar el racismo y la segregación de su tiempo.
Desde 1996 el Premio Fundación Wilma Rudolph concede un galardón a la mujer que presente un extraordinario rendimiento deportivo, demuestre una gran capacidad para vencer la adversidad y sirva como inspiración y modelo a los que se enfrentan a retos para lograr el éxito a todos los niveles.
Sobrevive a pesar del pronóstico de los médicos, pues nace con importantes deficiencias físicas y pesa poco más de dos kilos
A los cuatro años padece simultáneamente escarlatina y una doble neumonía. Con seis años, un ataque de poliomielitis le deja paralizada su pierna izquierda.
Al vivir en una región sumamente racista, en la que los negros no tienen acceso a ciertos hospitales, su madre y hermanos tienen que recorrer asiduamente decenas de kilómetros para que pueda ser atendida y salvar su vida.Durante dos años se ve obligada a utilizar una silla de ruedas y le diagnostican que no podrá volver a caminar. Posteriormente, le colocan unos hierros en su pierna y comienza a moverse con dificultades.
Permanentes ejercicios e intensos masajes, en los que se turna toda la familia, le van dando alguna esperanza de recuperación.
Un día, estando en la iglesia del pueblo, cuando ya tiene once años, decide quitarse los hierros y comienza a caminar con aparente naturalidad.
La alegría de la gente empieza a hablar de "milagro". En realidad es obra de su tesón y del de toda su familia.
En la escuela practica baloncesto y sorprende por su velocidad. Es elegida para el equipo de atletismo del instituto y rápidamente sobresale sobre las demás.
La misma constancia y tenacidad que empleó en su proceso de recuperación, la dedica ahora a sus entrenamientos.
Cinco años después de aquel día en la iglesia, compite en las eliminatorias previas estadounidenses para participar en los JJ.OO. de Melbourne de 1956 y gracias a su segundo puesto en los 200 metros obtiene una plaza para el equipo olímpico.
Ya en Australia, es eliminada en su serie, pero consigue la medalla de bronce en el relevo 4x100 m.
En 1957 se proclama campeona nacional junior de Estados Unidos en 75 y 100 yardas, pero su progresión se ve interrumpida al quedarse embarazada.
En 1959 gana la medalla de oro en los Juegos Panamericanos celebrados en Chicago.
En 1960 es primera en 100 y 200 m lisos en las eliminatorias de selección para los JJ.OO. de Roma.
En la Ciudad Eterna conquista el triunfo en 100 m, 200 m y el relevo 4x100 m.
Wilma Rudolph se convierte en la primera mujer norteamericana en ganar tres oros olímpicos en unos Juegos.
En la prueba de 100 m corre en once segundos justos, sin embargo el tiempo no es acreditado como record mundial por contar con viento favorable.
En los 200 m establece un nuevo record olímpico con 23,2 s.
Es aclamada por todo el mundo como la mujer más rápida de la historia hasta ese momento y proclamada reina de los Juegos de Roma.
En septiembre de ese mismo año establece un nuevo record mundial en el relevo 4x100 con un tiempo de 44,5 s.
Un año más tarde bate el record del mundo de 100 m con 11,2 s.
Por su agilidad y elegancia en su forma de correr es bautizada con el apodo de "la gacela negra".
En 1962 se retira de la competición con 22 años, siendo reconocida con numerosos premios y distinciones.
El 12 de noviembre de 1994 muere a los 54 años de edad víctima de un cáncer. En el funeral, su féretro es cubierto con la bandera olímpica.
Wilma es recordada no sólo por sus medallas de oro, sino también por su determinación para vencer sus incapacidades físicas y por la forma de superar el racismo y la segregación de su tiempo.
Desde 1996 el Premio Fundación Wilma Rudolph concede un galardón a la mujer que presente un extraordinario rendimiento deportivo, demuestre una gran capacidad para vencer la adversidad y sirva como inspiración y modelo a los que se enfrentan a retos para lograr el éxito a todos los niveles.