Se enfrentan dos generaciones, dos estilos, dos ideologías.
Karpov representa la organización del estado ruso, del gobierno comunista, un ejemplo para la juventud de su país. Kasparov representa la Perestroika, la reforma, el desarrollo de una nueva estructura en la Unión Soviética.
Karpov es capaz de comprender la esencia de cada posición y convertir una mínima ventaja en victoria.
Kasparov es el ataque en tromba, las fuerzas de la naturaleza volcadas sobre un tablero de ajedrez.
Ambos se detestan.
Su rivalidad es la más salvaje de la historia en cualquier deporte. Nunca al planeta le suscitó mayor atención este juego.
El sistema de competición no tiene precedentes. Las tablas no cuentan. Hay que conseguir 6 victorias, sin límite de partidas por jugar.
Karpov comienza masacrando a su rival, 4-0 tras nueve partidas. Después de la partida 27 gana por 5-0 y se encuentra a un paso de revalidar el campeonato del mundo. En la partida 31, Kasparov está a punto de ser aniquilado. Puede ser una derrota humillante. Pero sobrevive cuando esta perdido y en la siguiente obtiene su primera victoria.
El campeonato comienza a alargarse. Se llega a abril de 1985 con 5 puntos a 3.
El campeón Karpov comienza a estar agotado.
Las cosas no marchan como le gusta a la cúpula rusa. La oligarquía del ajedrez se reúne en conexión con las autoridades de Moscú. Se anuncia la suspensión del campeonato un día antes de cumplirse los siete meses de juego.
Se va a disputar un nuevo campeonato a partir del 1 de septiembre. El sistema de competición volverá a ser el clásico. Ganará el mejor a 24 partidas.
La expectación a escala mundial se dispara.
La igualdad es la nota dominante. Se llega al último día con ventaja de Kasparov por un punto. Pero si Karpov gana, empataría y retendría el título.
El país contiene la respiración ante una de las partidas mas importantes de la historia.
Karpov está en una posición de victoria, pero toma una decisión equivocada.
Kasparov es el nuevo campeón. El más joven de la historia. Su victoria se relaciona con un cambio en su país.
Una nueva norma de la Federación Internacional le obliga a ofrecer la revancha un año después.
La preparación con sus respectivos equipos de analistas va a ser decisiva. Incluso comienzan los problemas relacionados con el espionaje.
Kasparov vuelve a imponerse por 4 a 3.
Un año más tarde, Karpov gana el torneo de candidatos lo que le ofrece la posibilidad de enfrentarse a Kasparov por el título mundial en 1987.
La serie de partidas por el campeonato van a tener lugar en Sevilla.
A falta de dos partidas el torneo está empatado. Karpov vence en la penúltima partida y se coloca más cerca que nunca de la victoria.
La partida final tiene un seguimiento de 13 millones de telespectadores en España. Algo sin precedentes. En ella, Kasparov obra el milagro reteniendo el título.
Tres años después en Lyon vuelve a imponerse por un solo punto.
Después de 144 partidas de campeonato del mundo, el balance está a su favor por tan sólo 2 puntos. Centenares de horas sentados frente a frente sin apenas mirarse a la cara. Un desprecio mutuo cercano al odio. Miles de horas pensando de manera obsesiva en cómo vencer al adversario.
Tiempo después, Karpov ejerce como catedrático de economía en la Universidad de Moscú. Su actividad política es mucho más relajada que la de Kasparov, que es un fiel opositor al régimen de Putin, lo que le lleva a ser encarcelado en 2007.
Este amargo trago le hace reflexionar sobre quienes son sus verdaderos amigos.
En aquellos dramáticos momentos tiene una de las experiencias mas importantes de su vida.
Alguien a quien no espera se acerca a la cárcel para mostrarle su apoyo humano, su apoyo personal.
Su nombre, Anatoly Karpov.