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viernes, 29 de noviembre de 2019

* El combate de la historia: Ali Bomaye

Nacido en Lousville (USA) en 1942, Cassius Clay es considerado como uno de los grandes mitos de la historia del boxeo y respetado como uno de los deportistas más relevantes del siglo XX, tanto por su nivel dentro del cuadrilátero, como por su lucha en favor de los derechos humanos.
En su etapa amateur consigue el oro olímpico en la categoría de semipesados en los JJ.OO. de Roma ´60 y el 25 de febrero de 1964 se proclama campeón mundial de los grandes pesos al derrotar a Sonny Liston.
Es especialmente conocido por su peculiar estilo de boxeo, "flota como una mariposa, pica como una abeja".
Tras unirse a la organización Nación del Islam cambia su nombre por el de Muhammad Ali y en 1967 rechaza incorporarse al ejército estadounidense para acudir a la guerra del Vietnam. "Nadie del Vietcong me ha llamado Negrata".
Por este motivo es desposeído del título, se suspende su licencia de boxeador y es condenado a cinco años de prisión y 10.000 dólares de multa. Hasta ese momento había disputado 29 combates sin conocer la derrota, con 22 de ellos ganados antes del límite.

En 1970 diversas comisiones estatales comienzan a considerar la autorización para su retorno y finalmente, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos le devuelve la licencia para boxear.
Tras tres años y medio alejado del ring vuelve a pelear, aunque se observa que su agilidad y pegada se han visto disminuidas a causa de la inactividad.
En marzo de 1971 intenta recuperar la corona mundial ante Joe Frazier y cosecha su primera derrota profesional al perder a los puntos en 15 asaltos tras haber sido derribado en tres ocasiones.
En 1974 intenta una nueva reconquista del título en el combate más legendario de todos los tiempos por su contexto deportivo, político, social y cultural.
Su rival, George Foreman de 25 años está imbatido, habiendo ganado el título al destrozar a Frazier, al que tumbó siete veces y en sus últimos ocho combates ningún rival le ha logrado aguantar más de dos asaltos en pie. Posee una pegada descomunal y no son pocos los que piensan que este puede ser el último combate de Ali.
La pelea se celebra en Kinshasha (Zaire), capital del antiguo Congo Belga. Su dictador Mobutu, para promocionarse a sí mismo y a pesar de la maltrecha economía del país, ofrece una bolsa de 10 millones de dólares a repartir entre ambos púgiles a partes iguales.
Alí vuela a Zaire con toda la tripulación del avión de raza negra y se gana el fervor de la gente.
Foreman representa América. Llega con un pastor alemán que es el perro que utilizaban los belgas como perro policía y que se asocia al poder que éstos ejercieron durante años en este país africano.
En los días previos, Ali entrena en bailar alrededor del rival. Foreman en arrinconarle.
En uno de estos entrenamientos Foreman se golpea con el codo de su sparring sufriendo una brecha en el ojo. Así no puede pelear. El combate se retrasa 6 semanas.
Ali aprovecha este tiempo para autopromocionarse y meterse en el bolsillo a toda la población del país que simpatiza con sus ideas y no con el favoritismo de su rival.
Simboliza todo lo que anhelan, Foreman lo que odian.
En cada una de sus apariciones es aclamado por la gente, que le anima al grito de "Ali Bomaye" ("Ali mátalo").
El 30 de octubre de 1974 tiene lugar la pelea. El combate comienza a las 4 de la mañana para que pueda emitirse en la televisión norteamericana a una hora razonable como son las 10 de la noche.
En los momentos previos, el vestuario de Ali parece un velatorio.
Extrañado, les pregunta: "¿Por qué estáis todos tan tristes?".
Todos creen que va a perder y están aterrados. Piensan que por su orgullo es capaz de aguantar una de las peores palizas de la historia. Se enfrenta a la imponente pegada de Foreman que se ha mostrado indestructible con un balance de 40 victorias por 0 derrotas y 92% de triunfos por KO.
El ambiente antes de sonar la campana es el más intenso que jamás hubo en un combate de boxeo.
Ali comienza con su característico juego de piernas bailando alrededor de Foreman.
A mediados del primer asalto se refugia en las cuerdas y Foreman empieza a alcanzar con demasiada facilidad su cuerpo. Su entrenador no deja de gritarle que salga de allí, que no cometa ninguna locura.
Tras el primer asalto, se da cuenta que está en el ring ante un hombre al que no puede dominar, es más fuerte que él y que está obsesionado con tumbarle.
El público no para de chillar ¡¡"Ali Bomaye, Ali Bomaye"!!
En los siguientes asaltos continúa contra las cuerdas encajando golpes, padeciendo un ataque brutal. Parece que en cualquier momento puede a ir a la lona. Pero no deja de hablar a su rival: "George, no pegas lo bastante fuerte, me decepcionas". Foreman enloquece de rabia, sigue lanzando sus puños y tras el quinto asalto sus fuerzas se van agotando.
A treinta segundos del final del octavo asalto, recibe la última acometida y percibe que es el momento. Sale de las cuerdas y tras combinar una serie imparable de golpes conecta una derecha inapelable que hace tambalearse a Foreman antes de precipitarse al suelo.
Ali le sigue con la mirada, tiene su derecha preparada para un golpe más, pero no quiere estropear aquel momento sublime con un golpe fuera de sitio.
Tras la cuenta reglamentaria alza los brazos y vuelve a proclamarse campeón del mundo de los pesos pesados a sus treinta y dos años.
La trascendencia de este combate queda plasmada en la película "Cuando éramos reyes" que recibirá el Oscar al mejor documental de largometraje.
Cuatro años más tarde cede la corona al perder a los puntos ante Leon Spinks.
Siete meses después recupera el trono en el combate de revancha convirtiéndose en el primer púgil campeón del mundo de los pesos pesados en tres épocas distintas.