Petra Majdic nace en Lubliana (Eslovenia) el 22 de diciembre de 1979.
En el mes de febrero de 2010 acude a los JJ.OO. de Vancouver
(Canadá) para afrontar su tercera participación olímpica en la prueba de esquí
de fondo a sus treinta años de edad.
En sus anteriores intervenciones había sido séptima en Salt Lake City 2002 y octava en Turín 2006.
De cara a la cita olímpica canadiense ha fortalecido sus aspiraciones, consiguiendo dieciocho medallas en la Copa del Mundo y convirtiéndose en 2007 en la primera esquiadora eslovena que gana una medalla en un Mundial, al conseguir la plata en el campeonato celebrado en Sapporo (Japón).
Ahora, es la gran favorita para ganar el oro de los Juegos en la prueba de sprint individual de 1,5 km.
El día 17 de febrero a las 9:30 de la mañana tiene lugar la sesión de calentamiento previo a la carrera.
En una de las curvas sus esquís derrapan, pierden el contacto con la nieve y se sale de la pista precipitándose a una zanja de cuatro metros y medio de profundidad chocando contra un árbol.
Se escuchan sus gritos y tiene que ser ayudada para salir de aquel agujero. Tiene los esquís rotos y un fuerte dolor en la espalda.
La delegación de su país protesta formalmente ante el Comité Olímpico Internacional por "inadecuadas medidas de seguridad", reclamando la falta de señalización y advierte que va a tomar medidas legales contra la organización.
El portavoz de la Federación Internacional de Esquí la considera responsable del accidente por no seguir la trayectoria correcta.
El portavoz de la Federación Internacional de Esquí la considera responsable del accidente por no seguir la trayectoria correcta.
Los médicos le aconsejan no participar pues con toda probabilidad puede tener algunas costillas rotas. Ella desobedece las recomendaciones. Es una situación de riesgo pero son muchos años de trabajo esperando esta competición. Nadie consigue hacerla cambiar de opinión.
Las series de clasificación se van a disputar en apenas unos minutos.
Cuando se dirige a la zona de salida, las delegaciones del resto de países se muestran asombradas. Saben que ha tenido una muy mala caída y que le va a ser muy difícil competir.
Petra no para de moverse intentando mantener su cuerpo caliente, ya que cuando pretende sentarse el dolor es aún mayor.
Los miembros de su equipo le dicen que, aunque son sus últimos Juegos Olímpicos, se limite a completar el recorrido, que lo haga despacio, que se circunscriba solamente a comparecer y después la llevarán al hospital.
Con cada respiración el punzante dolor se agudiza, lo que hace que dispute la prueba sin dejar de gritar en cada exhalación. Cuando pasa por la zona en la que se concentran para contemplar la prueba los entrenadores de las demás esquiadoras, el silencio es absoluto, solamente se escuchan sus chillidos, quedando impresionados ante tanto sufrimiento, tanta determinación y tan agónico esfuerzo.
Al cruzar la línea de meta se tira al suelo encogida, exhausta, sin dejar de sollozar por el tormento que está pasando.
Para la siguiente ronda se clasifican los treinta mejores tiempos, Petra ha sido decimonovena.
En ese momento ya no piensa en la medalla, solamente quiere no abandonar, seguir intentándolo, no rendirse.
Apenas una hora después se disputa la segunda serie eliminatoria.
Continúa porfiando sin entregarse y logra meterse entre las doce mejores para acceder a semifinales.
A causa del terrible dolor ya casi no puede caminar, únicamente intenta que su organismo no se enfríe.
Para la final se van a clasificar las dos primeras de cada semifinal y los dos mejores tiempos.
La salida tiene lugar a las 13:25.
Petra finaliza en el cuarto puesto, no pasa de forma directa, tiene que esperar, para in extremis clasificarse por tiempos.
Antes de los Juegos todo lo que no fuera obtener el oro podía considerarse un fracaso pero dadas las circunstancias su presencia en la final ya es un éxito.
Su estado sigue empeorando, son ya más de cuatro horas de competición, no puede más y se le pasa por la cabeza la posibilidad de desistir y abandonar. Pero no quiere que en su país puedan pensar que se retira porque no soporta la presión de las grandes competiciones.
A las 13:45 se da salida a la final con seis esquiadoras en liza.
En los primeros compases marcha en última posición del grupo.
Mediada la carrera, la noruega Marit Bjorgen y la polaca Justyna Kowalczyk se escapan en cabeza mientras la italiana Magda Genuin y la noruega Celine Brun-Lie se van descolgando por detrás.
Desde la cuarta posición aún se ve con posibilidades de luchar por la medalla con la sueca Anna Olsson que la aventaja en unos metros.
Cuando ve la pancarta de llegada a 250 metros, por su mente solo se cruza un pensamiento: "Puedo conseguirlo".
En la recta final, en un intenso, emocionante y agónico sprint logra la tercera plaza por siete décimas de segundo.
Tras cruzar la línea de meta se desvanece extenuada y es evacuada en camilla por los equipos de emergencia.
En la clínica se le practica una tomografía computarizada de tórax que muestra cinco costillas rotas y un neumotórax tan intenso que va a ser necesario insertar una unidad de drenaje torácico. El médico le comunica que no podrá acudir al acto de entrega de galardones.
Pero Petra quiere recibir esa medalla.
En la ceremonia necesita ser ayudada por dos personas para mantenerse en pie y con dificultades subir al podio.
Tras colocarle la medalla en su cuello, la toma entre sus manos y la besa envuelta en lágrimas.
Ha demostrado que todo es posible con lucha y sufrimiento, que nada es fácil y que sin rendirse se puede alcanzar el objetivo.
Ha conseguido por fin una medalla olímpica. Tras tanto suplicio, para ella no es de bronce, la define como "de oro con diamantes".
Días más tarde quiere participar en la prueba de treinta kilómetros pero no recibe el permiso de los médicos.
Al regresar a casa, tiene un recibimiento multitudinario.
El Presidente de Eslovenia le otorga la Orden de Oro de su país y posteriormente es elegida Mujer Eslovena del año 2010, además del Premio Terry Fox que honra a los deportistas olímpicos que hayan dado muestras de un particular coraje y determinación.