Nizar Trabelsi nace en Sfax (Túnez) el 2 de julio de 1970 en el seno de una familia humilde. Desde muy pequeño el fútbol se convierte en su pasión. Sus buenas aptitudes para este deporte le hacen destacar rápidamente, siendo convocado en las categorías inferiores de la selección de su país.
Diferentes equipos europeos comienzan a fijarse en él y termina fichando por el Standard de Lieja. Un año más tarde da el paso a la Bundesliga al incorporarse a la plantilla del Fortuna de Dusseldorf.
En Alemania su vida sufre un profundo cambio. Se deja llevar por el camino del exceso, especialmente en el alcohol, el sexo y la cocaína.
Estas debilidades, unidas a su carácter violento, le hacen ser un objetivo relativamente fácil para las redes de captación de Al Qaeda. Dicha organización terrorista liderada por Osama bin Laden crecía en la oscuridad de Europa a mediados de los años 90.
El fútbol de élite pasa a un segundo plano. Ficha por el Wuppertal de la segunda división alemana, finalizando su carrera deportiva en el VfR Neuss de categorías inferiores.
Djamel Beghal, de origen argelino, se convierte en su guía espiritual y en 1998 se pierde su rastro en Alemania.
Año y medio más tarde, le comunica a su mujer que ha decidido convertirse en un mártir de Alá y se le considera capacitado para unirse a los talibanes de Afganistán. Se instala en Jalalabad en territorio afgano y viendo la miseria que le rodea decide tomarse cumplida venganza contra occidente.
Entra en contacto con las más altas jerarquías de Al Qaeda y se reúne en persona con Bin Laden.
Su primera misión es participar en la destrucción de las estatuas de los Budas de Bamiyan en marzo de 2001, al ser consideradas idólatras para el régimen talibán.
Vuelve a Bélgica como parte de un comando que ha planificado minuciosamente estrellar un camión cargado con 950 kg. de explosivos contra la base militar de Kleine-Brogel, principal enclave en suelo belga de la aviación estadounidense, aunque el atentado no llega a perpetrarse por la oportuna intervención de las fuerzas de seguridad
El 13 de septiembre de 2001, dos días después de los ataques contra las Torres Gemelas de Nueva York, es detenido por la policía belga junto a otras once personas por su vinculación con los atentados del 11-S.
El 30 de septiembre de 2003 es condenado a diez años de prisión y en 2008, Estados Unidos pide formalmente su extradición al gobierno belga, siendo trasladado a la prisión de máxima seguridad de Virgina (USA) el 3 de octubre de 2013 donde cumple cadena perpetua.
En 2015 reactiva su batalla legal contra su extradición teniendo el mismo abogado que defendió en diferentes ocasiones a Abdelhamid Abaaoud, cerebro del 13-N en París y abatido en Saint-Denis.
El 17 de diciembre de 2015 su recurso contra el estado belga por haberle extraditado a Estados Unidos es rechazado por el tribunal de Estrasburgo.