El pasado día 20 de septiembre, la selección española de baloncesto conseguía su tercer Eurobasket tras una memorable actuación de Pau Gasol durante todo el torneo que pasará a los anales de este deporte.
Esta ilustre generación de jugadores nos ha dejado innumerables momentos para el recuerdo en una época dorada que ha aportado extraordinarios éxitos para el deporte español.
Pero rememorando el pasado remoto, hay que evocar una situación que supuso un antes y un después en la historia del baloncesto.
El 18 de enero de 1962 se disputa en Varese el partido de ida de los octavos de final de la Copa de Europa entre el Ignis de Varese y el R.Madrid.
La competición, surgida en 1958, está dominada por los equipos de la Europa del Este y tanto el conjunto español como el italiano intentan hacerse un hueco en la élite continental.
En la plantilla madridista figuran nombres ilustres como los de Emiliano, Sevillano, Cortés, Hightower o Lolo Sáinz, con Pedro Ferrándiz como entrenador.
El encuentro se va a celebrar en un ambiente asfixiante, con el público muy cercano a la pista animando con cánticos y bengalas.
El R.Madrid domina en la primera mitad, llegándose al descanso con un 36-44 a su favor.
Durante la segunda parte, el Ignis va acercándose en el marcador mientras dos de los mejores hombres del equipo español, Carlos Sevillano y Stan Morrison, deben abandonar la cancha por faltas.
Cinco puntos consecutivos de los locales ponen la igualdad en el marcador (80-80) a falta de dos segundos para el final.
El público enloquece viendo que pueden llevar a la prórroga un partido que tenían prácticamente perdido.
En ese instante, el técnico madridista pide tiempo muerto.
Además de los dos jugadores excluidos, Emiliano y Lolo Sáinz tienen cuatro faltas, con Hightower en el banquillo por lesión.
En tales circunstancias, dentro de aquella atmósfera, con los rivales eufóricos y un arbitraje mediatizado, parece una quimera ganar la prórroga y lo más probable es perder por una diferencia difícil de superar en el partido de vuelta.
Ferrándiz lo tiene claro. Es mejor perder por dos puntos,
Se plantea la posibilidad de dar el balón al adversario. Pero puede suceder que no quieran o no acierten a encestar. Hace falta un método infalible.
Los jugadores vuelven a la pista.
Tras el saque de fondo, Alocén recibe la pelota, se gira y anota en su propia canasta.
Los blancos salen corriendo hacia el vestuario, algunos jugadores italianos celebran la victoria, otros se quedan sin reaccionar hasta que se dan cuenta de lo sucedido. El marcador ya es definitivo 82-80.
Días después, el Ignis presenta una reclamación a la FIBA que fue desestimada pues no se había vulnerado ningún artículo del reglamento.
En el partido de vuelta la superioridad blanca fue patente, obteniendo el triunfo por 83-62.
Pocos meses después, la FIBA decidió que una autocanasta anotada en los últimos instantes de un partido que evite un empate como resultado final, comportaría la inmediata descalificación del equipo al que pertenezca el jugador que la anota.
El R.Madrid eliminó posteriormente al Legia polaco en cuartos de final y al Olimpija yugoslavo en semifinales, siendo el primer equipo de la Europa Occidental en llegar a una final continental. En este encuentro perdería frente al Dinamo de Tbilisi por 90-83.
Una año más tarde, volvería a llegar a la final frente al CSKA Moscow, antes de proclamarse campeón en las dos ediciones siguientes, hasta convertirse en la actualidad en el club más laureado del viejo continente.
Pedro Ferrándiz (20 de noviembre de 1928, Alicante), ocupó el banquillo del R.Madrid en tres etapas diferentes entre 1959 y 1975, en las que obtuvo 12 títulos de Liga y 11 Copas de España, lo que supone un record en nuestro país. Además conquistó cuatro Copas de Europa en siete finales disputadas.
Fue fundador y primer Presidente de la Asociación Mundial de Entrenadores de Baloncesto.
Entre otras muchas distinciones, ha sido reconocido como Entrenador Inmortal en los últimos cincuenta años por la Unión de Ligas Europeas de Baloncesto (ULEB) y en 2009 entró a formar parte del Salón de la Fama de la FIBA.