El 9 de agosto de 1992 se disputa en Barcelona la prueba de maratón correspondiente a los Juegos Olímpicos.
Es una carrera dura, marcada por el fuerte calor y por esa última subida a la montaña de Montjuic. Una ascensión de 1.195 metros calificada por todos los participantes de "inhumana", convirtiéndose en el final más agotador de cuantas maratones olímpicas se han realizado.
El atleta coreano Hwang Young-Cho obtiene el triunfo con un tiempo de 2 horas, 13 minutos y 23 segundos.
Cerca de dos horas más tarde entra en la meta el último corredor en el puesto ochenta y siete.
Se trata de Pyambu Tuul representante de Mongolia que invierte un tiempo de 4 horas y 44 segundos.
En el interior del estadio, algunos periodistas se acercan para preguntarle por qué ha tardado tanto tiempo en realizar el recorrido, a lo que responde que en realidad no ha ido tan despacio pues ha batido el record olímpico de su país.
Ante la pregunta de si era el día más feliz de su vida, responde con un rotundo: "No".
El día más feliz en la vida de Pyambu Tuul tuvo lugar seis meses atrás.
Apenas doce meses antes de esta maratón, se entrenaba en Mongolia siempre acompañado de amigos que le guiaban, puesto que no podía hacerlo solo. Lo hacía cogido de su mano para saber por dónde tenía que ir.
En aquellos días, una expedición médica de ayuda humanitaria acababa de llegar a su pueblo.
Un doctor se le acercó para examinarle y hacerle una serie de preguntas.
Tuul era ciego desde la infancia. Siendo un niño perdió la vista y con los años se acostumbró a vivir con esa condición. El médico le aseguró que con una operación podría recuperar la vista.
La intervención quirúrgica fue satisfactoria y tras veinte años de ceguera total pudo recuperar la visión y contemplar por vez primera a su mujer y sus dos hijas.
Ese fue el día más feliz de su vida.
Posteriormente siguió con sus entrenamientos, ahora ya sin la ayuda de nadie y fue seleccionado por Mongolia para participar en los Juegos de Barcelona ´92. Allí pudo tomar la salida junto a los mejores especialistas de todo el mundo y ver de cerca todo lo que supone disfrutar de una participación olímpica.
A pesar de clasificarse en última posición de los que consiguieron acabar la carrera más exigente del programa de atletismo, su gesta se hizo más grande tras conocerse la adversidad con la que había tenido que vivir durante tantos años.