La prueba de maratón femenina entró a formar parte del programa olímpico por primera vez en los Juegos Olímpicos de Los Angeles ´84, a pesar de quienes argumentaban que el cuerpo de la mujer no estaba preparado para un esfuerzo tan grande.
En la ciudad californiana tomaron la salida 50 atletas en unas condiciones de altas temperaturas y elevada humedad en el ambiente, completando el recorrido 44 de ellas.
Con un tiempo de 2 h.24´52", la norteamericana Joan Benoit se alzó con la medalla de oro imponiéndose a la principal favorita, la corredora noruega Grete Waitz 2 h.26´18".
Cerca de media hora más tarde llegaba al estadio la suiza Gabriela Andersen-Scheiss, que un año antes había vencido en dos maratones y que rápidamente captó la atención de todos los espectadores y de las cámaras de televisión.
Completamente exhausta y deshidratada, en el límite de sus capacidades físicas y luchando contra sí misma deambulaba por la pista de una calle a otra, con su cuerpo retorcido, totalmente acalambrada, con los brazos colgando y sin apenas poder mantener el equilibrio.
Algunos jueces y médicos se acercaron para prestarle ayuda pero ella se apartó, sabiendo que de aceptarla sería descalificada.
Tenía un objetivo: Cruzar la meta.
Completó esos últimos 400 metros en un tiempo de 5 minutos y 44 segundos. Una eternidad.
Una agonía para ella que mantuvo en tensión a millones de espectadores que observaban a esa mujer avanzar tambaleándose y con grandes esfuerzos para mantenerse en pie.
Nada más cumplir su objetivo cayó en brazos de los jueces que la esperaban en la línea de llegada. Durante más de dos horas fue atendida en el estadio pero no tuvo que ser hospitalizada.
Gabriela Andersen llegó en el puesto 37º con un tiempo de 2 h. 48´45" pero emocionó al mundo por su ejemplo de superación, persistencia y fuerza de voluntad. Sabía que a sus 39 años era su última oportunidad de participación en unos Juegos.
Se convirtió en un símbolo de determinación y es considerada hoy en día como uno de los mayores ejemplos de perseverancia y espíritu olímpico.
Gabriela se recuperó con total normalidad y en dos semanas estaba de nuevo compitiendo para sorpresa de los detractores de la prueba.
Tras este hecho, la IAAF (Federación Internacional de Atletismo) creó el artículo "Andersen-Scheiss" que permite a los atletas recibir atención médica durante la prueba sin ser descalificados.