Más de 150 futbolistas, que estuvieron en activo entre los años 60 y 90, han enfermado o muerto demasiado jóvenes por causas que aún están sin esclarecer. Estas enfermedades y muertes se han asociado al doping, al consumo abusivo de ciertas sustancias.
La mayoría de casos se concentra en los equipos Génova, Torino, Sampdoria y Fiorentina, en los que ex-jugadores menores de 40 años han padecido tumores, problemas cardíacos, leucemias y muertes misteriosas.
El fiscal que investigaba el caso se encontró con una dificultad significativa: El silencio total del todo el mundo del Calcio. Nadie quería hablar.
Uno de los pocos que lo hizo fue el ex-jugador del Milan Carlo Petrini. La muerte por leucemia de un compañero a los 39 años le empujó a dar ese paso. Esto le convirtió en un apestado para el resto del fútbol italiano.
Petrini describía cómo el médico y el entrenador les obligaban, con frecuencia, a pincharse antes de jugar, incluso con la misma jeringuilla a varios jugadores. Estos abusos han hecho que siga luchando contra un tumor cerebral maligno y esté prácticamente ciego.
Lo más misterioso con lo que se topó la investigación fueron los casos de esclerosis lateral amiotrófica (E.L.A.). Una enfermedad degenerativa que acaba con el músculo del cuerpo manteniendo el cerebro en perfecto estado.
El primero en hacer pública su enfermedad fue Gianluca Signorini, capitán del Génova, fallecido en 2002 a sus 42 años.
Posteriormente aparecieron nuevos casos, todos relacionados con el fútbol, ninguno en otros deportes.
El campo del Como, estaba situado sobre una antigua fundición. La alta concentración de metales en el subsuelo podría causar la enfermedad. pero en el equipo de rugby que también lo utilizaba no hubo ningún caso.
Los jugadores callan, lo atribuyen todo a la casualidad.
Algunos médicos aseguran que el uso repetido de antiinflamatorios no esteroideos de forma reiterada y durante muchos años puede ser tóxico y dañar el sistema nervioso.
El caso más conocido es el de Stefano Borgonovo, autor del gol que metió en la final de la Copa de Europa de 1990 al Milán más glorioso de la historia, dirigido por Arrigo Sacchi.
En la actualidad sólo puede comunicarse con los demás a través de sus ojos, mediante un complejo proceso informático de seguimiento de la pupila que le ayuda a escribir.
Ha creado su propia fundación para recaudar fondos, con partidos amistosos, para la investigación de la E.L.A. Sigue siendo optimista pensando en una posible curación. No quiere pensar en las causas que le llevaron a esta situación. Sigue soñando.
La E.L.A. ha acabado con la vida de 39 futbolistas italianos.
Actualmente muchos jugadores, incluidos los internacionales que defendieron a Italia en el pasado Mundial de Sudáfrica visitan con frecuencia al neurólogo.
El miedo continúa presente.