La trayectoria de un deportista de élite, al igual que la vida cotidiana, está salpicada de éxitos y frustraciones.
En los momentos de gloria hay que estar preparado para el fracaso. Cuando este llega, hay que saber sobreponerse y esforzarse para superarlo. A veces ocurre que la historia y el destino hacen que todo vuelva a repetirse del mismo modo.
Liu Xiang nace el 13 de julio de 1983 en Shangai (China) irrumpe en el panorama internacional del atletismo a los dieciocho años al conseguir la victoria en la prueba de 110 metros vallas en la importante reunión atlética de Lausana con un tiempo de 13,12 segundos que constituye un nuevo record de Asia y la cuarta mejor marca mundial del año.
Unos meses más tarde obtiene el oro en los Juegos Asiáticos de Busan y se proclama campeón de Asia.
En 2003 consigue la medalla de bronce tanto los mundiales en pista cubierta de Birmingham en la prueba de 60 m. vallas, como en el Campeonato del Mundo al aire libre en París en los 110 m. vallas.
Un año más tarde, sube un escalón en el podio al cosechar la medalla de plata en el Campeonato del Mundo bajo techo de Budapest.
Su gran momento llega en los Juegos Olímpicos de Atenas.
Tras clasificarse para la final de 110 m. vallas, a sus veintiún años, no contaba en los pronósticos entre los candidatos a la victoria ni siquiera para él mismo, pues su objetivo último era triunfar cuatro años después en la cita olímpica que se iba a disputar en su país, Pekín 2008.
Tras el disparo de salida Xiang se lanza en cabeza de la prueba, nadie puede con él y en los últimos metros se distancia del resto para cruzar la meta con un crono de 12.91 segundos igualando el record del mundo y batiendo el record olímpico en la final más rápida de la historia de los Juegos. El segundo clasificado es el norteamericano Terrence Trammelt con 13.18 s.
Se convierte en el primer atleta chino en colgarse un oro olímpico.
En 2005 recibe el Premio Laureus como mejor promesa mundial del año y en el Campeonato del Mundo de Helsinki se queda a una sola centésima de alzarse con el título.
El 11 de julio de 2006 en la reunión de Lausana bate el record del mundo de los 110 metros vallas con un crono de 12,88 s. y ese mismo año vuelve a proclamarse campeón de Asia.
En 2007 se corona campeón del mundo al aire libre en Osaka y en 2008 campeón del mundo bajo techo en Valencia.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 es el gran favorito, está llamado a convertirse en leyenda delante de su enfervorecido público. Llega el momento soñado durante tantos años.
Xiang está sometido a la presión de tener en sus piernas las esperanzas de 1.300 millones de personas que desean verle ganar en casa y revalidar el oro de los Juegos de Atenas.
Las entradas para la final de 110 metros vallas son las primeras en agotarse y en la reventa alcanzan entre veinte y cuarenta veces su precio original.
Dentro de la preparación china de estos Juegos esta prueba es el momento culminante.
El día de la primera serie clasificatoria las cámaras de televisión siguen la llegada de Xiang al Estadio Olímpico del Nido del Pájaro.
Sale al tartán. Tras el calentamiento vuelve a notar molestias en su tendón de Aquiles de la pierna derecha. El orgullo le lleva a competir a pesar de no estar en las mejores condiciones posibles.
Se coloca en los tacos de salida de la calle dos. Suena el disparo y se produce una salida nula en la calle cinco. Xiang arranca y tras el prime apoyo llega a la primera valla a la pata coja con signos visibles de dolor. Se quita el dorsal del pantalón y se encamina hacia los vestuarios cojeando.
Se produce un silencio abrumador en el estadio. La inflamación que sufre en el tendón le obliga a retirarse de la carrera.
Muchos aficionados no pueden contener las lágrimas sumidos en una profunda decepción. Es una tragedia nacional. El propio atleta pide perdón en la rueda de prensa.
Se ha escapado una oportunidad única. Podrá batir records mundiales, ser campeón del mundo o participar en los Juegos de Londres 2012 dentro de cuatro años, pero nunca podrá ya conseguir la medalla de oro en su país, en el Estadio Nacional, en los primeros Juegos organizados por China.
Se somete a ayuda psicológica para superar el trauma y a pesar de que su tendón le sigue lastrando consigue ser oro en los Juegos Asiáticos de 2010, el subcampeonato del mundo al aire libre en Daegu 2011 y en pista cubierta en Estambul 2012.
Todo parece indicar que está preparado para los JJ.OO. de Londres y poder sacarse así la espina clavada de no haber podido ni tomar la salida en la anterior cita olímpica.
El 7 de agosto se va a disputar la primera ronda eliminatoria.
Sale en la sexta serie por la calle número cuatro.
En el primer obstáculo tropieza y cae rodando por el suelo, desde allí ve como el resto de competidores continúan la carrera. Se echa la mano al tobillo, desconsolado, roto, hundido.
Tarda en levantarse sin poder apoyar la pierna derecha y abandona la pista. Instantes después vuelve saltando sobre su pierna izquierda, recorre la recta ante la ovación de las 80.000 personas y al llegar a la última valla se para y la besa en un símbolo de despedida. Sabe que a sus veintinueve años ya no habrá más oportunidades. El español Jackson Quiñónez y el británico Andrew Turner, participantes en la prueba, le sujetan hasta que llega una silla de ruedas para evacuarle.
Tiene lágrimas en los ojos. Por segunda vez consecutiva debe abandonar unos Juegos sin ni tan siquiera concluir su primera carrera. La historia ha vuelto a repetirse.
Tras realizarle una resonancia magnética se comprueba que tiene el tendón roto.
La delegación china se pone inmediatamente en contacto con la organización con el fin de encontrar el mejor hospital. Se elige a un cirujano experto en medicina deportiva que ha realizado intervenciones a grandes deportistas.
Tras varias operaciones y diez meses de rehabilitación en Estados Unidos con jugadores de la NBA, las secuelas continúan y no le permiten competir al cien por cien.
Desde aquel día no vuelve a disputar ninguna carrera.
En abril de 2015 anuncia su retirada definitiva del atletismo por su lesión crónica en el tendón de Aquiles de su pie derecho.
En su haber siempre quedará ser el deportista que despertó la ilusión y el interés a millones de personas de su país por un deporte y una prueba tradicionalmente destinada a atletas de otras razas y nacionalidades.