Pero el baloncesto se cruzó en su vida.
En el descanso de un partido que disputaba su hermana bajó a la pista, comenzó a botar el balón y lanzar a canasta sorprendiendo a todo el mundo.
El C.B. Perfumerías Avenida de Salamanca decide hacerle una prueba y la incorpora a su equipo de 1ª B que estaba haciendo un proyecto para ascender a División de Honor.
Un año más tarde alcanzan ese objetivo, siendo la jugadora más valiosa de la fase de ascenso con 15 años.
A los 16 años consigue ganar la Liga española y la Liga europea con el Dorna Godella de Valencia.
Al poco tiempo de su estancia en Valencia, su madre enferma repentinamente y fallece 19 días después.
Le deja una frase que marcaría su carrera deportiva: "Siempre que metas una canasta, acuérdate de mí".
Amaya Valdemoro (Alcobendas, Madrid, 18 de agosto de 1976) es la mejor jugadora española de baloncesto de toda su historia. Posee un palmarés extraordinario tanto a nivel de equipo como en distinciones individuales. En España ha ganado 8 Ligas, 9 Copas de la Reina y 4 Supercopas.
En el Mundial de 1998 es nombrada la jugadora de más impacto del torneo y es fichada por los Houston Comets, el mejor equipo femenino del mundo de todos los tiempos. Con este equipo logra tres anillos de la WNBA.
Luego se incorpora al equipo ruso del Samara. En su primer año fue incluida en el quinteto ideal de la Liga y en el segundo es nombrada mejor jugadora extranjera. Allí consigue 3 Copas de Rusia y una Superliga. Además de dos de sus tres títulos mundiales de clubes.
Con la selección española consigue los mejores resultados de su historia, tres bronces y un subcampeonato en Europa y una medalla de bronce en el Mundial 2010. Máxima anotadora del Eurobasquet 2005, jugadora más valiosa del Eurobasquet 2007 y máxima anotadora del Mundobasquet 2010.
El pasado 12 de octubre en un encuentro en el Pabellón Cerro del Telégrafo de Rivas Vaciamadrid, salta para hacer un tapón y cae al suelo. Suena un ruido seco en el parquet. Amaya grita y se retuerce de dolor. El pabellón enmudece. El resto de jugadoras se acercan a ella pero inmediatamente se apartan con la mirada perdida. El equipo médico la atiende. Amaya pierde el conocimiento. Se ha fracturado las dos muñecas. Una lesión que compromete su futuro como deportista.
Tras la intervención quirúrgica todo parece indicar que ha llegado el final de su carrera deportiva. Una fatalidad.
Pero no se rinde en su proceso de recuperación. Decide que a sus 35 años empleará las horas necesarias para no acabar así su vida deportiva. Seguir luchando contra todo y contra sí misma.
Se fija una meta, no dejar el baloncesto hasta que no se sienta otra vez competitiva. Después de cuatro meses de intenso trabajo, mucho sufrimiento y excesiva angustia, vuelve a pisar una cancha.
Todo un ejemplo de tenacidad y tesón.
Ha vuelto a la selección española con la mirada puesta en el próximo Campeonato de Europa.
Desde niña siempre tuvo pasión por ganar, vencer en todo aquello que se proponía. Posee un talento innato y unas ganas de trabajar y triunfar como pocas veces se ha visto.
Es una luchadora infatigable. Sólo una cosa le da miedo.
Después de más de 20 años dedicada al baloncesto le provoca pánico pensar en el día que tenga que dejar la competición.
Necesita jugar para ser feliz.